sábado, 12 de enero de 2013

ANTIFRANQUISMO Y GÉNERO (II)


La segunda parte de la entrevista está dedicada al Movimiento Estudiantil Antifascista.Lo escrito a continuación intenta reproducir el lenguaje hablado, propio de la entrevista oral. En este mismo blogs pueden leer un artículo, “La Transición y el Movimiento Estudiantil” (De la memoria fragmentada a las primeras conclusiones), donde la experiencia está más sistematizada y se puede acudir a otras fuentes de información y análisis.

1.¿Por qué se creó el movimiento estudiantil antifascista?

Jóvenes de distintas tendencias ideológicas, en su mayoría organizados políticamente, hicieron frente a las estructuras autoritarias del fascismo  dentro de la Universidad.
Quiero hacer una aclaración: si podemos hablar de “movimiento” es porque se articuló una organización de los estudiantes, sin organización no hay movimiento, habrá otra cosa.  Esta organización, claro, fue distinta según cada generación y circunstancias, pero permitió la continuidad y el acumulado de experiencias y luchas.

2. ¿Qué objetivos pretendíais alcanzar?

Queríamos formar parte del resto de movimientos que pretendían acabar con el fascismo, confrontándolo dentro de la institución universitaria, que era el lugar en el que estábamos como estudiantes. Pero la gran mayoría de los dirigentes estudiantiles en todas las épocas, éramos además militantes políticos que defendíamos otros objetivos estratégicos, como el socialismo.
En primer lugar se planteaba la lucha por la democratización de la Universidad pero, claro, ese objetivo no se podría conseguir en el marco de una sociedad autoritaria. El programa de izquierdas y antifascista, dentro de la Universidad, se concretaba en una plataforma reivindicativa que iba desde la participación democrática en los órganos de gobierno, la lucha contra las leyes educativas que nos afectaban, la defensa de una organización autónoma de los estudiantes, la calidad de la enseñanza, la libertad para las compañeras y compañeros detenidos o presos… hasta la condena a la intervención norteamericana en Vietnam, la solidaridad con los obreros en lucha, etc.

3. ¿Qué actividades recuerdas como más relevantes?

A mi me tocó vivir una época como estudiante en la que ya el SDEU (Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios), había sido derrotado. Los niveles de articulación del movimiento estudiantil estaban muy en precario; como en tantas otras ocasiones, copiamos del movimiento obrero y optamos por las Comisiones y las Asambleas, siguiendo el modelo del movimiento de las Comisiones Obreras. De las Asambleas surgían las distintas Comisiones, siendo compuestas por estudiantes que voluntariamente se adscribían a ellas.
Durante toda la trayectoria del movimiento estudiantil se vivía en una contradicción terrible y peligrosa: realizábamos actividades y optábamos por formas de organización democráticas, ¡en el contexto del fascismo! Estamos hablando, pues, de actividades ilegales y penadas por la ley. Éramos, por tanto, extremadamente vulnerables.
De la época de las “Comisiones”, recuerdo con emoción, la Comisión de Información, que convocaba reuniones abiertas donde se exponía una versión distinta de los acontecimientos, se daba cuenta de las luchas en otros puntos del Estado, de las vicisitudes de la guerra en Vietnam, etc. Recuerdo con mucha emoción el día en que los yanquis se retiraban de Vietnam, fue una fiesta que celebramos en el Aula 2, del edificio de Filosofía y Letras en la calle Puentezuelas. Un grupo de estudiantes estaban pintando desde bien temprano, sobre papel corrido, en el pasillo central, una gran pancarta que decía “Yankee go home”… era la primera vez que yo podía leer esa consigna que tantas veces había gritado… al verla escrita me di cuenta de que lo que gritábamos no era “Yanki, cojón”.
Otra actividad que me impactó fue el debate que se dio dentro de los estudiantes, en Asambleas a todos los niveles, para decidir si se participaba en las elecciones previstas por el Decreto Martínez Esteruelas; dicho decreto regulaba la elección de representantes estudiantiles partiendo de las asambleas de curso pero con una reglamentación muy rígida y dirigida. La pugna fue terrible entre los distintos sectores ideológicos pues sólo el PCE defendía la participación, estando el resto de organizaciones políticas en contra.
Al final en todos los Distritos Universitarios del Estado se aprobó mayoritariamente utilizar el Decreto y hasta las organizaciones políticas que habían sido contrarias, presentaron a sus miembros a dichas elecciones. El Decreto se “desbordó”. Los profesores nombrados por las autoridades académicas para dirigir el proceso en cada aula no se atrevían a poner impedimentos a un desarrollo democrático verdadero o, en otros casos, también estaban comprometidos con organizaciones de izquierdas. Uno se presentaba en su curso, ¡defendiendo un programa antifascista y radical! Era muy fácil para los aparatos represivos, por tanto, descabezar periódicamente al movimiento, sólo con golpear a los representantes democráticamente elegidos, estaban golpeando a la vanguardia política… ¡y vuelta a empezar!
También fue impactante la lucha por la amnistía, en el año 1976. La solidaridad con un obrero de Atarfe, Antonio Jiménez Lorite, detenido cuando participaba en una manifestación prohibida. Al final conseguimos que saliera en un par de días. Fue recibido en una Asamblea de Distrito que se realizó en el crucero del Hospital Real.

4.¿Podrías describir el modelo de Universidad de la época? 

En función a lo expuesto, ¿Contra qué y quienes lucharon?
La Universidad franquista estaba, a principio de los años 70, en crisis total. El modelo vertical y autoritario, debido a lo que llamaron la “masificación”, hacía aguas por todos sitios. Su función de “reproductora de élites dominantes” cuestionada por la irrupción de miles de estudiantes procedentes no sólo de las clases altas y de los aparatos del régimen. El profesorado no numerario hacía de contrapeso frente a los catedráticos franquistas; la represión existía pero aparecía ya como algo externo a la Universidad, incluso las autoridades más reaccionarias se cuidaban de que los estudiantes no los señalaran como responsables de la misma.
Fue la época de los “juicios de cátedra”, los estudiantes, bueno, la vanguardia, se levantaban cuando los profesores fascistas estaban  dando sus clases y cuestionaban métodos y contenidos…
O sea, luchábamos contra la Universidad elitista, reproductora de la ideología fascista, contra la falta de libertad y participación democrática a todos los niveles; luchábamos por la calidad de la enseñanza, por otro modelo de acceso a la docencia, por el control democrático de programas y métodos de estudio, por una Universidad al servicio del pueblo…

5.¿Que importancia tenía el movimiento dentro de la Universidad?

Toda la importancia. No sólo porque el “estamento” estudiantil era el mayoritario; también porque éramos jóvenes y, por tanto, con mayores inquietudes y más alejados de la ideología y práctica del régimen. Éramos, si sirve la comparación, “las clases populares” dentro de la Universidad, frente a la élite oligárquica que conformaban los profesores fascistas y gran parte de las autoridades académicas. Cualquier acción tenía, por tanto, gran impacto dentro y fuera de los recintos universitarios. Era muy violento para el régimen que justo los privilegiados se atrevieran a la revuelta y a la contestación. Se dieron muchos “pulsos” que los estudiantes ganaron: acabaron con el SEU (Sindicato de Estudiantes Universitarios, organización creada por el régimen franquista; consiguiendo que los estudiantes antifascistas coparan los puestos de representación), fastidiaron el proyecto de la Ley General de Educación, consiguieron grandes alianzas con otros estamentos (aunque no siempre fueran leales con el estudiantado), juntaron sus reivindicaciones a las del movimiento obrero y ciudadano; y otro aspecto que denota su importancia, en momentos de gran represión contra el movimiento obrero y sus partidos, fueron estudiantes los que asumieron la responsabilidad dentro de los “aparatos” partidistas, lo cual costó mucha represión y sufrimientos.

6.¿Nos puedes relatar el funcionamiento de las Asambleas de Facultad y Distrito?

Lo primero es que, según el período, los convocantes fueron los representantes democráticos del SEU, los representantes democráticos del SDEU; luego, las Comisiones y, por último, los representantes democráticos elegidos a través del Decreto de Participación de Martínez Esteruelas. Quiero decir que siempre existía un nivel de representatividad y de legitimidad en las convocatorias. En dependencia de la temática se convocaban Asambleas de Curso, de Facultad o de Distrito. Generalmente, el proceso iba de abajo hacia arriba. La Asamblea de Distrito era el resultado de toda esa movilización previa desde la base. Por supuesto eran ilegales y podía pasar cualquier cosa en su desarrollo, o antes, o después.
Palacio de las Columnas. Sede Central de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada, hasta el curso académico 1976-77. En él se celebró la derrota de los yankis en Vietnam.


7.¿El gobierno de la época normalmente prohibía las Asambleas?, ¿Aparecían normalmente los grises (policías) a reventar un acto?, ¿Cuál era el procedimiento de actuación?

El gobierno no tenía que prohibir nada puesto que todo estaba prohibido por Ley. En el período en que yo fui estudiante no recuerdo ninguna Asamblea que fuera disuelta por la policía; podían rodear el recinto donde se iba a celebrar y el problema era cómo salir luego de allí. Como os podéis imaginar, la tensión que se vivía dentro era grande. En años anteriores, la policía llegó a entrar a caballo para disolver reuniones de estudiantes pero en mis años de Universidad, sólo vi a la policía a caballo, persiguiéndonos en las calles.
Se prohibieron, eso sí, muchas actividades culturales y conferencias. En estos casos, llegaba un funcionario del Gobierno Civil con una orden… y la policía en la calle.
Cuando esto ocurría, se pasaba la consigna de dirigirnos a otro centro académico para protestar por la suspensión, o manifestarnos en la calle, lo cual siempre era un callejón sin salida pues nos estaban esperando y éramos pocos los que asumíamos el riesgo. Se hacían denuncias, posteriormente, ante los órganos de gobierno de la Universidad, se hacían octavillas o carteles, etc., acciones ilegales que podían conducirte al Tribunal de Orden Público si te pillaban “con las manos en la masa”. Sobre los estudiantes siempre recaían las acusaciones de “propaganda ilegal, organización ilícita y hasta sedición”.
Hospital Real de Granada: Sede Auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada hasta el curso académico 1976-77. En sus dos cruceros se celebraron las mayores Asambleas de Distrito, así como conferencias multitudinarias.


8. ¿A qué te refieres cuando hablas del “revisionismo histórico?, ¿Crees que la Transición que nos quieren hacer, tan idílica, se corresponde con la real?

En la actualidad somos participantes de otra derrota: el modelo de Transición. Por eso, como siempre, desde el lado de los “ganadores”, los que consiguieron sus objetivos, se ha hecho imprescindible reescribir la Historia, dar una visión falseada de los acontecimientos, para fabricar una legitimidad que nunca tuvieron.
En relación al movimiento estudiantil, el afeitado fue grande. Al parecer sólo fuimos jóvenes que luchamos por la democratización de la Universidad y que luchamos por la amnistía y dejamos un “legado” democrático.  Lo cual no sólo es perverso sino históricamente falso. La Transición no fue idílica en ningún contexto, cerca de 200 muertos jalonaron su desarrollo “pacífico”, entre ellos muchos estudiantes y jóvenes y, entre ellos, nuestro compañero Javier Verdejo, estudiante de la Facultad de Ciencias de Granada, asesinado por la Guardia Civil, en 1976. En realidad aspirábamos a otra Universidad y a otro mundo. En ese sentido, fuimos derrotados. Del modelo de Universidad que pretendíamos no quedó ni rastro y, lo que fue peor, la estrategia que habíamos defendida durante décadas: la organización unitaria, democrática y representativa de los estudiantes, desapareció.

9. ¿Por qué consideras que el modelo de Universidad que proponíais implicaba otro modelo de sociedad?

Nosotros nos educamos como luchadores del movimiento estudiantil estudiando un librito muy pequeño pero esclarecedor de Manuel Sacristán Luzón, “Tres lecciones sobre la Universidad”. La Universidad, desde su nacimiento ha sido “parte de los aparatos ideológicos del Estado y ha tenido como función la reproducción de las élites dominantes”. Ahí está la clave. Si luchábamos por una Universidad Pública, Gratuita, Democrática y Científica al Servicio del Pueblo, está claro que defendíamos otro modelo de sociedad. En el capitalismo es imposible pensar en ese modelo de Universidad.

10. ¿Qué modelo de Universidad se pactó durante la Transición?

Como para el resto de los aparatos del Estado, se promovieron reformas superficiales que le dieran un barniz democrático. Pero, ¿qué entendemos por democracia? ¡Qué importa que los y las estudiantes puedan votar, por ejemplo, mediante voto compensado a un rector si la participación es del 5% al 10%!  Perdimos la representación al tercio que siempre habíamos defendido (profesores, estudiantes y personal no docente).
La Universidad nunca llegó a ser gratuita, de hecho, la primera gran subida de tasas se produce en plena Transición. Todo fue tergiversado. Se consolidó un sistema estamental, que nada tiene que ver con los intereses sociales del pueblo. El tema de la calidad y el control se eludió, olvidando la reivindicación histórica del Contrato Laboral y el “Cuerpo Único de Enseñantes”. Permanecieron los números clausus y se ampliaron a casi todas las licenciaturas.
Si el modelo de economía para nuestro país que se diseñó y consolidó en la Transición, fue dependiente, ¿para qué necesitamos la producción científica? Para conformar a las élites provinciales, se construyeron universidades en cada provincia, productoras de licenciados sin salidas profesionales. Los Colegios Profesionales siguieron imponiendo los números clausus en titulaciones de gran impacto social y productivo como medicina, ingenierías, arquitectura, etc.
En base a una supuesta libertad de sindicalización, el movimiento estudiantil perdió su tradición de una organización unitaria, democrática, abierta, representativa y participativa.

11. ¿Quiénes fueron los actores de dicho pacto? ¿Fue el aparato político, sindical o académico un enemigo demasiado poderoso?

El pacto principal se produjo entre los poderes fácticos del franquismo y las fuerzas democráticas, con gran apoyo e intervención internacional. Aquí existen responsabilidades de todos los tipos. Los movimientos sociales, incluido el obrero o el estudiantil, solo fueron las víctimas. Una vez que ese Pacto fue explicitado, se fueron generando muchas resistencias, pero a la postre, la derrota estaba servida. El movimiento estudiantil era sin duda el más vulnerable ya que su base social se renueva cada 4 ó 5 años.
En general, al inicio de la “Transacción Política”, a mi me parece más exacta esta denominación, el profesorado, por muy enquistadas que estuvieran las castas fascistas en su seno, estaba incapacitado para llevar la voz cantante en nada. Te dirían que estaban a la defensiva.  El movimiento estudiantil había conseguido la hegemonía ideológica y política y eso creaba determinada correlación de fuerzas favorable para unos y desfavorable, claro, para los sectores recalcitrantes.  Hegemonía significaba también capacidad de negociación; por ejemplo, algunos estudiantes nos sentábamos a negociar las calificaciones de nuestras compañeras o compañeros que habían sido detenidos o estaban presos. No podíamos consentir que alguien perdiera una beca a causa de la represión. No pedíamos permiso a los profesores para celebrar las Asambleas que siempre se realizaban en horas lectivas. Muchos profesores tenían temor a ser señalados como fascistas  por los estudiantes, que podían hacerlo en una Asamblea, en un Claustro o empapelando de carteles una Facultad o todo el Distrito.  
Hubo un período transitorio en que se conformaron los Claustros Constituyentes de los que saldrían nuevos reglamentos democráticos;  el movimiento estudiantil consiguió la representación al tercio, los profesores más reaccionarios o elitistas, quedaron en absoluta minoría entre aquel tumulto de representantes estudiantiles y trabajadores no docentes. Pero la ilusión duró poco: aquellos Reglamentos fueron revocados poco tiempo después.

12. ¿Cuál fue el papel de la mujer dentro del movimiento?, ¿qué peligros conllevaba la pertenencia al movimiento siendo mujer?

Te hablo de los últimos años del franquismo y la Transición. El número de chicas en las Universidades había aumentado y era ya muy significativo. Se daba la circunstancia, además, de que la mayor parte del estudiantado venía de otras ciudades, con lo cual la “libertad de acción”, frente a la tutela familiar, era grande. El papel de la mujer fue determinante, al menos en la Universidad de Granada.  Estoy siendo muy rigurosa al hacer estas afirmaciones. Te diría que entre los dirigentes estudiantiles con mayor credibilidad, cariño, respeto y representatividad, la mayoría eran mujeres. Creo que lo peor para la militancia de la mujer en aquellas duras condiciones venía del hecho de una posible detención: por lo que podía suponer dentro de su familia y por las posibilidades de una mayor crueldad por el hecho de ser mujer.¿Ejemplos? Imagínate, éramos chicas jóvenes, la mayoría tomábamos anticonceptivos; al ser detenidas y desposeídas de nuestros objetos personales, no podíamos tomar la píldora y a las 48 horas nos bajaba la menstruación. En un calabozo, aislada, con las ropas manchadas de sangre, tenías que pedir auxilio a un policía… Imagínate la vulnerabilidad ante la desnudez, si te obligaban a ello como medida intimidatoria durante un interrogatorio… u otras circunstancias más terribles o crueles.

13. ¿Cuáles fueron los logros más importantes de los objetivos propuestos por el movimiento?

Si te refieres a logros que trascendieran a nuestra propia historia… es muy difícil buscar la huella de los movimientos derrotados. En aquel período tuvieron gran importancia: la revolución cultural, en una sociedad fascistizada, machista y segregadora.

14. Según citas en artículos que has escrito sobre el movimiento estudiantil, “Siempre me dolió e indignó de manera especial la falta de interés por rescatar la memoria y acumulado de luchas del movimiento estudiantil antifascista” ¿Qué aspectos básicos crees que se deben rescatar?

En primer lugar, la memoria. Ahora se están realizando esfuerzos en ese sentido, se están haciendo tesis doctorales, algunas organizaciones sindicales también están haciendo algunos trabajos en esa dirección.
El tema de fondo es que los nuevos movimientos rechazan esa historia de manera, me atrevería a decir, “primitiva”. Eso de que la historia se escribirá desde cero… es el triunfo del liberalismo hasta niveles profundos, aunque no sean conscientes de tal fenómeno, claro.
¿Rescatar? El compromiso político y social. El esfuerzo sistemático para ganarse la confianza y el crédito desde abajo. Antes, los dirigentes estudiantiles lo éramos porque desde la base, desde nuestras aulas, nos habíamos ganado el prestigio y la confianza de nuestros compañeros y nuestras compañeras. El esfuerzo por el estudio, el compañerismo, la solidaridad. Huir de la “autarquía”, defender una política de alianzas amplia; sentirse parte de una Humanidad Doliente mucho más amplia.

Roete Rojo