miércoles, 30 de julio de 2014

DESBARAJUSTE

Con este calor propio de nuestro clima continental es difícil no perder la poca cordura que nos queda. Escribo ésto porque soy consciente de que tengo el blogs un poco, o un mucho abandonado. Lo cual no quiere decir que esté de brazos cruzados.
            Hace algún tiempo comencé a leer el libro de Marta Osorio, “Miedo, olvido y fantasía”, que recopila la investigación realizada por Agustín Penón sobre Federico García Lorca. El libro me impactó tanto que decidí que, en cuanto tuviera tiempo, haría una reseña bibliográfica. Aproveché el calor que te impide hacer multitud de cosas y, sobre todo, te obliga a permanecer encerrada. Pero el libro me comió a mí. Quiero decir que me puse a escribir y a escribir y la reseña bibliográfica acabó teniendo muchas páginas. Pensé, además, que tendría que aprovechar la circunstancia de que la autora, Marta Osorio, es granadina y en la ciudad del desamparo vive, para enviarle lo escrito y que ella me hiciera llegar su opinión. Esto lleva su tiempo. La próxima semana ha aceptado revisar el material. Desde aquí, ya, le agradezco que atendiera la llamada telefónica y que lo hiciera con tanto cariño y comprensión. El profesor Julio Pérez Serrano le ha dado el visto bueno al artículo, la reseña se convirtió en artículo, y con buen criterio ha aceptado esperar a saber los comentarios de Marta Osorio. Cuando este proceso acabe, será publicado en Historia Actual Online; y, posteriormente, en mi blogs.
            Mientras espero pienso trabajar un material inédito de Juan Ramos Camarero, dedicado a Rosa Díez, portavoz de la formación política UPyD. Un material escrito hace bastantes años pero premonitorio. Le he dado muchas vueltas a este amplio artículo de Juan. No era fácil hacer, después de su muerte, el trabajo que en tantas ocasiones en vida acepté hacer. Ahora he tomado la decisión.
            Hace mucho calor. Recuerdo las anécdotas que contaba Juan, Joan, sobre su infancia, cuando acompañaba a su madre mientras trabajaba como jornalera en los campos de Íllora. Él se quedaba solo debajo de un chaparro, esperando que el sol estuviera en determinada posición. Era la señal dada por su madre de que podía bajar a las eras a buscarla y compartir la comida de la cesta… hasta que un día se quemó los ojos, de seguir la marcha del sol con su mirada, apremiado por el hambre.
            Les narro ahora una anécdota que me ocurrió en Caracas, en julio de 2002. Era la segunda vez que visitaba la ciudad y la primera tras el golpe de Estado de abril. Acudía a una reunión del Foro Social Mundial, capítulo Venezuela. Las sesiones eran un auténtico bochinche; nunca se respetaban los horarios ni se sabía el lugar exacto de las reuniones. Decidí, pues, “ir a mi bola”, asistir a algunas reuniones plenarias y dedicar el resto del tiempo a recorrer el casco viejo de la ciudad, con mi mapa en la mano; hacer unas entrevistas, etc.
            Todas las mañanas me paseaba por la Plaza Bolívar, en aquella época en que “la esquina caliente” estaba pero que bien caliente. Un hombre joven vendía el periódico “Proceso”, casi en la puerta de la Alcaldía Mayor. Yo le compraba el periódico y él me lanzaba piropos impropios para una mujer de mi edad; cierto que no tenía que saber cuánto he aborrecido siempre los piropos y lo violentamente que reaccionaba en la juventud frente a ellos.
            Una mañana, cansada de tanta insistencia, le dije:
-         Compatriota, un respeto para mis canas… ¡Qué puedo ser su madre!
A lo cual, él me contestó, entre burlón y triste:
- Ay, mami, si conociera a mi mamá… y, sobre todo, si supiera cuántos kilos pesa…no se le habría ocurrido semejante comparación.
            En visitas posteriores a Caracas seguí viéndolo; incluso llegué a conocer a su esposa y a algunos de sus hijos comunes. Ambos sonreíamos en cada nuevo encuentro, recordando nuestra confrontación cultural de julio de 2002.
            Desde las montañas azules de la Vega de Granada,

            Roete Rojo

domingo, 6 de julio de 2014

HISTORIA SOCIAL DEL FLAMENCO


(Crónica breve)

A iniciativa del Seminario “Otro Pensamiento Es Posible”, de la Universidad de Granada (UGR), se realizó en La Corrala de Santiago, residencia de invitados de la UGR, en pleno corazón del Barrio del Realejo, antigua judería, una actividad en la que el periodista y escritor, Alfredo Grimaldos Feito, presentó su libro “Historia Social del Flamenco”. Fue la tarde del 29 de mayo pasado.
El acto fue mucho más allá de la presentación de este libro, editado por “Península” (Barcelona, 2010), con prólogo de J.M. Caballero Bonal y en cuya portada aparece una abuela gitana con un niño y una niña; y una frase antológica del cantaor Rancapinno: “El flamenco se canta con faltas de ortografía”.
El director de La Corrala, Carlos Orte, profesor de la Facultad de Farmacia,  hizo un recorrido histórico por este edificio, antigua corrala de vecinos; de las tareas de reconstrucción y adecuación que se acometieron para salvarlo de la ruina y adaptarlo a las nuevas necesidades como residencia de invitados de la UGR; proceso siempre abierto a la opinión de los vecinos y vecinas; como abiertas a la participación serían sus actividades desde el inicio. Para conocer más de su historia y poder disfrutar de una “visita guiada”, les proponemos vean el video…….
Pedro Luís Mateo, profesor de la Facultad de Ciencias, en nombre del Seminario, leyó el Manifiesto constitutivo, presentó a los ponentes y acabó denunciando el recorte de libertades que estamos viviendo, la represión contra los movimientos sociales que luchan contra la política de recortes impulsada por el Gobierno y muy concretamente pidió la libertad para Carlos y Carmen, a los que pedían 3 años de cárcel por participar en un piquete informativo en la última Huelga General. Sentencia que se hizo firme a los pocos días.
Le tocaba el turno, pues, al “maestro”, Alfredo Grimaldos, quien insistió en que su libro era un libro colectivo, en la medida en que fue escrito en base a cientos de entrevistas realizadas a artistas flamencos, hombres y mujeres del cante, la guitarra y el baile. Quien se disponga a leerlo podrá comprobarlo desde la primera página.
Destaco de su intervención las muestras que expuso de rebeldía,  contestación social y lucha, que los flamencos y las flamencas manifestaron en su devenir histórico, siempre ocultado; y de cómo pagaron con persecución y represión su osadía y compromiso. De la gran revolución que supuso sacar a esta expresión cultural popular del mundo explotador y miserable de las juergas de señoritos y sus secuaces. Dedicándole, por último, una atención especial al papel jugado por estos rebeldes comprometidos, muchas veces afiliados a organizaciones revolucionarias, durante los últimos años de la dictadura fascista y de la llamada “Transición Política”.
Llegó el momento de los artistas: el joven estudioso del flamenco y cantaor, Juan Pinilla, acompañó a los veteranos Payo Moyano, al cante y a ……., a la guitarra. La Corrala estaba abarrotada de gente que llenaba el patio central y los dos corredores superiores. Gentes de todas las edades, condiciones sociales y orígenes geográficos. Muchos flamencos de raza, veteranos, jaleaban a ponentes y artistas.
Juan Pinillas, en su intervención, denunció las nuevas expresiones de caciquismo y el ostracismo al que son condenados aquellos artistas flamencos que no pasan por el aro de los gobernantes de turno, que en Andalucía lo han sido siempre de la misma cuerda política, es decir, del PSOE.
Hubo una reivindicación expresa de la República como forma de Gobierno y de libertad para todas y todos los detenidos por delitos políticos.
Llegó la hora del silencio, para escuchar las palabras cantadas y el toque de la guitarra. Dos generaciones flamencas se alternaron en el escenario, cada una con sus características pero hermanadas por la misma sinceridad, honestidad y compromiso.
Paco Moyano, “echó el resto”, con sus……..
Y, para finalizar, como en cualquier espectáculo flamenco que se precie, la rueda, a la que se incorporó Alfredo Grimaldos, cantando juntos………

Una noche flamenca, mágica, comprometida… donde se desmotró, como en el cuento de Alfredo Zitarrosa, que el viejo (el flamenco) tenía, “miles de compañeros almas y más”.
Roete Rojo